Entrevista a Manel Lucas en la revista Tot Barcelona. Realizada por Silvia Barroso.
El periodista, guionista y actor del ‘Polonia’ confiesa que de pequeño ya imitaba Franco y Lluís Llach y reivindica el hecho ser periquito.
Manel Lucas (Barcelona, 1963) ha sido y es periodista político, ha sido guionista y imitador en el programa Polonia -donde todavía sale de vez en cuando cuando sus personajes reaparecewn- y tiene una faceta menos conocida como licenciado en historia y “enfermo “de la materia que la ha llevado a trabajar en documentales como España en dos trincheras y el que prepara ahora, sobre Franco. Tomamos un vermut Miró con él en el bar restaurante El Viti Taberna y descubrimos que tiene una gran capacidad de autoparodia. Aplica la máxima según la cual es muy sano reírse de uno mismo, muy fácil de decir pero difícil de llevar a la práctica.
Ahora ya no eres guionista del Polònia y, por lo tanto, aunque hagas un personaje de vez en cuando, al menos no tienes que hacerte tu mismo los gags…
Sí, por que los de Franco del caballo en gran parte los hacía yo.
¿Y quieres decir que esto es aconsejable?
Supongo que era como una lavadora-secadora, que no hace bien ni lo uno ni lo otro [risas]. Creo que era el único caso, por mi trayectoria, que es sobre todo escribir, porque soy periodista y guionista. Hacer de actor es algo ocasional, un pequeño intrusismo, aunque me lo paso muy bien.
¿Cómo se hace al mismo tiempo Franco y Llach sin morir en el intento?
Son conceptos muy diferentes. Aunque cuando imitas haces caricatura, no es lo mismo el concepto con el que se ridiculiza Franco que el que se utiliza con Lluís Llach. Soy admirador de Lluís Llach desde siempre y no he sido admirador de Franco, evidentemente. Lo curioso es que imito los que imitaba cuando era pequeño en mi casa, no he evolucionado como actor [vuelve a reír].
¿Pero de pequeño ya imitabas a un dictador?
Bien. A Llach lo escuchaba porque mis hermanos mayores tenían discos suyos en los años 70. Estaban en casa y los sentía, y me dio por imitarlo. Y Franco… cuando murió yo tenía doce años. Cuando tenía 9 o 10 ya lo recuerdo diciendo aquello de “españoles todos” y se me debió quedar.
El Franco que haces es muy poco parecido al real. Es casi simpático.
Esto lo ha dicho alguien. No debemos olvidar que es un programa de humor. Hagas lo que hagas la gente tiene que reír, no puedes dejar a la gente con la sonrisa helada, no es la idea del Polònia. El personaje de Franco es humor negro. Un tío que dice cosas muy bestias, y al final la gente tiene que reír. Dudo que nadie empatice con el Franco del Polònia. Es un payaso, es una especie de venganza póstuma.
¿Qué diría tu Franco respeto al hecho que el Ayuntamiento de Barcelona haya decidido la retirada de la medalla que se le otorgo en 1964?
Ostras, este no lo hemos hecho. Hicimos algo sobre la exposición de la estatua que cayó por tierra. ¿Qué diría? Mmm … Algo como “esto conmigo no pasaba”. Algo así. O bien: “Si ponen rojos en una institución tan digna como el Ayuntamiento de Barcelona, pasa lo que pasa”. Se debería trabajar un poco más.
¿Y ahora que haces?
Ahora te vas a reir… Un documental sobre Franco.
Ha, ha, ha!
¿Ves? Minoría Absoluta, hace dos años, hizo una serie documental sobre la Guerra Civil en color, con las imágenes coloridas, que tuvo mucho éxito en Discovery Max. Y ahora hacemos un sobre el franquismo. Yo estudié historia y no me considero historiador pero soy un fanático, un enfermo de la historia. Puede parecer una paradoja que haga un documental de Franco y al mismo tiempo el parodie, pero todo viene de que me gusta la historia contemporánea.
También eres periquito y hacías gags en el Crackòvia del Espanyol.
Sí, sí, lo más bestias eran míos. Intento no perder la perspectiva, aunque sea perico de serie.
¿Eso de qué te viene?
Originariamente, de familia. Cuando era pequeño pensaba que lo normal era ser del Espanyol, porque todo el mundo de mi entorno era del Espanyol. “¿Por qué hay gente que es del Barça?”, Pensaba. Después me di cuenta que hay motivos de peso para ser del Barça, quizás incluso más que del Español. Pero ahora me siento muy cómodo, en el modo original de seguir el fútbol, diferente. Te permite tener relaciones con otros pericos y también con culés que se acercan a ti para saber por qué eres perico.
Yo me crié en una cosa culer y me parecía que lo normal era ser del Barça.
Y lo es.
Me parece discutible.
Sí, sí. En la LFP lo normal es ser del Barça o del Madrid. Después vienen el Atlético de Madrid y el Valencia. Y, al final de todo, estamos los del Espanyol. Incluso los del Getafe tienen un motivo, que fue de la ciudad de Getafe. Pero si eres de Barcelona, ¡tienes el Barça! Pues a mí me gusta la opción alternativa. Me gusta ser alternativo.Fins i tot vas escriure el llibre Soc perico, i què?, reivindicatiu…
Incluso escribiste el libro Soc perico, i què?, reivindicativo…
Tengo un compañero de trabajo que dice que, si coges el libro y sustituyes perico por gay, funciona igual. Somos minoría, los demás nos miran mal, debemos justificar, nos entendemos entre nosotros. El club ha hecho un esfuerzo para romper el estigma. Hemos tenido Joan Collet de presidente, soberanista. El argumento que somos cuatro peperos o cuatro nazis no se aguanta. Me divierte un poco ir a la contra, pero no es impostado, siento el Español de verdad desde pequeño. Ahora, no soy un fanático que no cena cuando pierde.
Bien, ¿estáis acostumbrados no? No quiero ser desagradable…
No, no, es la pura realidad. Y valoramos las pequeñas victorias como los culés valoran las pequeñas derrotas. Ellos enseguida cabrean por una pequeña derrota porque están acostumbrados a ganar. Nosotros, como estamos acostumbrados a perder, un 0-2 en el campo del Rayo Vallecano el celebramos como si fuera la Champions.
Naciste en el Clot, has vivido en el Camp del Arpa y ahora vives cerca de la Sagrada Familia. Después de haber vivido la evolución de la ciudad del gris al estallido de la época olímpica, ¿cuál consideras que es el peor problema de Barcelona ahora?
El riesgo de que la ciudad definida por el eslogan aquel que decía “en el barrio hay de todo” muera. Para la gentrificación, el turismo, los precios de los alquileres que expulsan la gente del centro o incluso fuera del municipio. Hay una serie de problemas que sumados pueden suponer que todo el centro se convierta en una zona de paso para turistas. Siempre he estado muy orgulloso de vivir en una ciudad donde incluso el paseo de Gracia podía haber un barcelonés que viviera. Me aterra pensar que nos pasará como otras ciudades donde el centro sólo encuentras turistas.
Tú vives en la Sagrada Familia. ¿Notas esta presión?
Sí, se está viviendo este fenómeno. La parte de arriba del barrio hasta hace cuatro días era una zona de barrio, con comerciantes que conocían las familias. Ahora, cuando el vidriero o la carnicera se jubilan, se pone una tienda menos dirigida al público de toda la vida.
¿Crees que tiene remedio esto?
Yo soy un optimista compulsivo. Soy del Espanyol, siempre creo que iremos a la UEFA. Después no vamos nunca, pero sigo confiando. Del mismo modo creo que con voluntad se debe poder hacer. No es fácil, porque si comparamos la fuerza que puede tener un Ayuntamiento y la fuerza que puede tener un fondo de inversión… a ver quién gana. Pero si hay voluntad debe poder hacer. No quiero decir impedir que la gente venga, sino que algo sustituya a la otra. Reivindico la ciudad mezcla, un concepto se utilizaba en los años 80 y 90 como orgullo. En cada barrio había vivienda, actividad cultural, comercio y turismo.
Ya que eres optimista, ¿Cuál es la mejor virtud de la ciudad?
Ha habido una virtud muy buena durante años que es el orgullo de la gente que vivía. Creo que el principal mérito del 92, más que todo lo que se hizo urbanísiticament por la pasta que llegó por los Juegos, o que pusiera Barcelona en el mapa, es que cambió la mentalidad de los barceloneses. La sensación de orgullo contribuía a que los proyectos salieran adelante. Convoca un encuentro de huevos duros y se presentaban 3.000 personas porque estaba en Barcelona. Me sabría mal que esto se perdiera.
¿Qué es lo que Ada Colau ha hecho peor?
No me gusta que este tanto en Twitter, tanta escenificación de una alcaldesa. Pero de hecho hay muchos políticos que están demasiado en Twitter.
¿Y lo que ha hecho mejor?
Las sesiones de barrio donde va y se presenta, escucha lo que le dicen. Después, una vez lo ha hecho, la gente que ha ido puede pedirle cuentas, si después pasan dos años y no ha hecho nada de lo que se ha comprometido.L
Las elecciones municipales estarán muy reñidas. Sin preguntarte quién, ¿tienes claro a quién votarás?
Lo tengo bastante claro, sí. Creo que sí, pero siempre puede pasar algo en el último minuto. Yo sigo mucho la política, tengo claras las trayectorias de los candidatos, no tengo que ponerme ahora a informarme.
El caso es que hay distintas ofertas para cada espacio ideológico, mucha fragmentación.
Sí, hay varias candidaturas independentistas y varias de la otra parte, pero hablando de Barcelona no deberíamos dividirlo así.
¿Crees que esta vez esto puede pasar?
Se debería poder separar, pero hay partidos que sobre todo se presentarán en esta clave. Barcelona es capital no se presentaría sin el conflicto nacional. Manuel Valls no habría venido si no fuera por eso, el empresario alemán que no sabemos si acabará presentándose tampoco sería, o incluso el PP habría presentado alguien del partido de toda la vida en lugar de uno que quiere coger votos de VOX o Cs, supongo. Ernest Maragall intenta plantear un discurso barcelonés. Los Comunes por supuesto también, y los socialistas creo que también.
¿Crees que alguien se podrá abstraer del debate nacional?
Seguro que del todo no. Lo que no sé es qué hará el electorado. Hasta ahora creo que la gente de Barcelona en las municipales votaba en clave local. La gran incógnita es este año, que es más complicado.
¿Saldrá alguna alcaldía mínimamente fuerte de estas elecciones tan fragmentadas?
No, hay muchos candidatos. Si ya no ha sido este mandato, me parece más difícil en el próximo. Bienvenida la cultura del pacto.
“Me hace gracia que vuelva a estar de moda tomar vermut. Está muy bien como espacio de encuentro”
Manel Lucas confiesa que, como mucha gente de su generación, se crió con la costumbre de hacer el vermut, que luego se perdió pero que ahora ha vuelto con fuerza.
“Me hace gracia que vuelva el vermut. Creo que está muy bien como espacio de encuentro. Nunca haces el vermut solo, encerrado en una habitación a oscuras y colgando tuits.